Existen personas tan ingenuas que están plenamente convencidas de que Dios es un ser vengativo y castigador. La realidad de los hechos, es que según las Sagradas Escrituras, Dios es Amor. Qué sucede entonces? Porqué esas divergencias de opiniones en la actuación de Dios como arquitecto de todo lo que existe?
A la luz de la Sabiduría Gnóstica hallamos la respuesta correcta: Dios no castiga a nadie, somos nosotros los que con nuestras malas actuaciones o acciones nos auto-castigamos. Como enseña la sabiduría popular en forma artesanal y sencilla: «El que rompe paga y se lleva los tiestos».
Todo se procesa a través de Leyes Cósmicas inexorables como es el caso de la Ley de Causa y Efecto. «Toda causa produce un efecto y viceversa, todo efecto proviene de una causa» He aquí la respuesta a la pregunta planteada en este artículo. Si no queremos acarrearnos castigos, lo más prudente y lógico es no generar malas acciones.
El gran Gautama Buda después de mucha meditación descubrió que la causa del sufrimiento es el dolor, que la causa del dolor es el error y finalmente que la causa del error son nuestras malas acciones, coincidiendo con la Sabiduría de la Gnosis en este punto.
De esta forma vamos descubriendo que el autor de todo mal es el mismo ser humano, acarreando por sí mismo el castigo correspondiente. No existe la injusticia divina, lo que existe es la ignorancia humana para comprender las Leyes Universales.
Al llegar a este punto se podría argumentar: Por qué motivo si alguien procede bien le va mal? La respuesta es bien sencilla: Porque los seres humanos no tenemos una sola existencia sino múltiples existencias y si en la anterior existencia no alcanzamos a cancelar las deudas contraídas, en esta existencia nos cobran la factura. Nuevamente se confirma aquello de que: «Ley es Ley y la Ley se cumple».
Muchos en forma astuta pueden evadir las leyes humanas, pero las Leyes Cósmicas son inexorables y el que la hace la paga sin contemplaciones de ninguna naturaleza.
Nótese cómo todo gira alrededor de la misma persona de tal suerte que los seres humanos somos los creadores de nuestra propia felicidad o de nuestra propia desgracia. Si fuimos ladrones, nos roban, si fuimos soberbios, nos humillan, si fuimos avaros, nos quitan, si fuimos lujuriosos, nos instalan graves enfermedades, si fuimos iracundos, nos obligan a ser pacientes, si fuimos glotones, nos escasea el alimento, si fuimos envidiosos, nos envidian, y si hemos sido perezosos, nos imponen duras cargas obligándonos a ser diligentes en todo lo que hacemos.
El que no entienda esta situación, explota y cae en la desesperación, agravando aún más su triste existencia.
El Avatara enseña en este caso: «Recibir con agrado, las manifestaciones desagradables de los demás», trabajando activamente en el Gimnasio Psicológico que nos ofrecen los demás. Esto se denomina afrontar filosóficamente la existencia.
Basados en todo lo anterior, la conclusión inevitable es que debemos cambiar la forma de pensar, la forma de sentir y la forma de actuar para no acarrearnos ajustes de la Ley Cósmica y de esta manera marchar por el camino recto en la medida de lo posible.
HTJ