Arte Regio
El encanto y la armonía del Arte.
Los seres humanos comprendemos algo de filosofía, podemos sentir el amor de la Divinidad y la experiencia espiritual personal en el servicio social. Pero el estudio de la belleza y la cosmología la limitamos al estudio de nuestros esfuerzos básicos del arte; la pintura, las artes marciales, la meditación activa, la danza, la armonía musical etc. El encanto del arte humano consiste en la “armonía” de su unidad.
La belleza del arte es mayormente un asunto de unificación de los contrastes. La variedad es esencial para una apreciación de la belleza.
Desde el punto de vista gnóstico, el arte regio, la belleza suprema, la cumbre del arte humanos consiste en “el encuentro y la unificación de los extremos cósmicos, CREADOR Y CRIATURA”. La infinitud y majestuosidad de Dios en vías de encontrar al hombre y el hombre; criatura finita y limitada, en vías de encontrar a Dios. A ese logro majestuoso y excelso de lo supremamente bello lo visualizamos como “el logro de la cúspide del arte cósmico”.
De acuerdo con el Arte Regio, el materialismo, el ateísmo, se levanta como la máxima fealdad, la cúspide de la antítesis humana de lo bello.
El Arte Regio nos define la Verdad como, el esfuerzo del hombre por discernir a Dios en la mente: la verdadera Filosofía.
Discernir a Dios en la materia y el cosmos como: la Verdadera Ciencia. La belleza.
Discernir a Dios en el espíritu. La bondad, el Amor; como la verdadera Religión.
Los estudiantes del Arte Regio, estamos llamados al estudio, desarrollo y apreciación de la música que conmueve e inspira, no solo las emociones del cuerpo físico, sino también las emociones y sentimientos superiores de la mente y al espíritu. El lenguaje de la música, es el idioma común de los hombres, los Ángeles y los Dioses.
En las comunidades de los mundos superiores se conoce las artes de la oratoria, el canto, la elocuencia, la poesía, el arte de los constructores divinos, los diseñadores y embellecedores, los arquitectos divinos, los maestros registradores del pensamiento, los maestros de la melodía, la luz y la energía, los trabajadores del movimiento y la armonía, etc.
Al igual que los números tienen, un valor de acuerdo a su posición en una serie, los coros celestiales producen armonías cósmicas con la posición adecuada de cada integrante, cuya nota espiritual armoniza en el diapasón divino. Esas melodías originan vida, armonía, sabiduría, éxtasis, que resuenan en el vasto escenario del espacio-tiempo donde se desarrolla el estupendo drama de la creación universal.
Aunque nuestro Padre Universal es un Dios de Amor que se regocija envolviéndonos con su misericordia, no creamos que sea cosa fácil y monótona caminar con Dios. La unión con el Padre es la aventura suprema de todos los tiempos, el duro logro de la eternidad. Se requiere de toda la virilidad y feminidad valerosa que podamos reunir en cada paso del camino.
La valentía física es la forma más baja de coraje humano, la valentía de la mente es un tipo más alto de coraje; la más elevada y suprema valentía, consiste en la lealtad sin compromiso a las realidades profundas del espíritu.
Este es el camino y el Arte del Guerrero de la Luz que conoce a Dios. Este Guerrero de la Luz se escuda en la guía y protección de su Ser Superior, y se transforma en realidad en el Templo de Dios, porque su espíritu vive verdaderamente en su corazón.
Este Guerrero de la Luz, es para siempre dueño de su ser y de todo lo que corresponde a los deseos de la carne. Para El ya no es un deber sino un gran privilegio, purificarse de todos los males de la mente y del cuerpo, mientras se perfecciona en el Amor de Dios. Y ese Amor de Dios conduce al guerrero a un arrepentimiento verdadero y genuino porque el Amor es la más grande de las realidades espirituales.
El guerrero sabe que su autodominio no proviene de él, porque el autodominio es un don de su Ser Superior y por lo tanto ya no es esclavo de su yo, sino más bien, el dueño triunfante de su yo, por lo cual está libre de la esclavitud autoconsciente de una vida de vigilancia continua sobre los deseos de la carne.
El guerrero que dirige su valentía para efectuar la conquista de la naturaleza y trascenderse a sí mismo, puede sucumbir ante la tentación del auto orgullo y deificar su propia autoconciencia es decir, una trascendencia sin Dios. Esa es la verdadera tentación del mal potencial y de los errores de decisión. Cuando ese guerrero se vuelve orgulloso y arrogante, es posible que evolucione la deslealtad y la traición.
Pero el guerrero que cumple la Voluntad del Padre (Voluntad Cristo) puede alcanzar “La cúspide del ARTE COSMICO” la Unidad con el padre Universal.